Lizica Codreanu en la pelicula Le petit Parigot de René le Somptier, 1926
El año pasado, hasta el 2 de abril 2012, en el Centro
Pompidou de Paris, se presentó una
interesante Exposición «Danser sa vie», dedicada a demostrar la fusión y el
dialogo constante entre las artes plásticas y el arte coreográfico, desde los
años 1900 hasta la actualidad. El título de la exposición está inspirado de una
frase de Isadora Duncan: “Lo único que he hecho es danzar mi vida”
A través de las 450 obra, la exposición ilustraba el inicio
de la modernidad, intentando aclarar de qué forma se han influenciado
mutuamente la danza moderna y las artes del siglo XX. La amplia selección de
fotografías, pinturas, esculturas, varias obras audiovisuales y coreográficas,
reunió las figuras artísticas más representativas de los principales
movimientos que han escrito la historia del arte moderno y contemporáneo en
el siglo 20.
Una de las obras presentadas representa a Lizica Codreanu en
la película “Le Petit Parigot”, del 1926 donde el vestuario y los decorados
fueron diseñados por Sonia Delaunay.
Lizica Codreanu (1901-1993) nació el 30 de junio, 1901, en
Bucharest (Rumania) donde estudió Artes
Plásticas e Historia del Arte. Simultáneamente,
tomo cursos de danza. En 1919, cuando su hermana Irina viaja a Paris
para estudiar escultura con Bourdelle, y posteriormente con Brâncuşi, Lizica la
acompaña con la intención de ser bailarina. Estudia el ballet clásico con Valadina şi Nijinska, pero su
deseo de expresarse libremente a través de su arte la conduce a desarrollar su propio concepto sobre el
movimiento. En esta época, cuando la danza moderna apenas se iniciaba, sus
convicciones artísticas sobre la expresividad de los movimientos escénicos del cuerpo la hacen evolucionar
hacia un ritmo propio, con total independencia. Su danza, caracterizada por la
improvisación, es el medio que le permitía expresarse libremente y estar en
armonía con ella misma y con el exterior.
Lizica Codreanu, 1919
En aquella época Paris era un fértil centro de creación y
difusión artística donde surgen numerosos movimientos de vanguardia con una
gran diversidad estilística, la mayoría vinculados al expresionismo, aunque
interpretado de forma personal y heterodoxa.
La danza expresionista surgió en este contexto de
innovación, rompiendo con el pasado, o sea con el ballet clásico, buscando
nuevas formas de expresión donde cobran
mayor relevancia la libertad corporal y la relación con el espacio. Con la
autoexpresión corporal el artista intenta expresar su interior con movimientos
naturales y dinámicos alejándose de la métrica y el ritmo de la danza clásica.
Lizica Codreanu, bajo la influencia de sus celebre maestros,
como Diaghilev, Larionov, Iliaz, se acerca mucho a la estética del espectáculo
vanguardista de la época. En escena, con un maquillaje especial que
acentuaba la expresividad del rostro y
una vestimenta peculiar, diseñada en un espirito vanguardista, lograba potenciar
los rasgos netamente expresionistas de su danza.
Lizica y su hermana, eran conocidas en el medio artístico
parisino como cercanas a Constantin Brâncuși. Junto con otros artistas frecuentaban
el taller del reconocido escultor y muchas veces, a través de la música y el baile recordaban
con nostalgia su origen común.
Lizica y su hermana Irina Codreanu con C. Brâncuși y MartheLebherz, Paris,1926
Lizica y su hermana Irina Codreanu con C. Brâncuși y MartheLebherz, Paris,1926
Lizica y su hermana Irina Codreanu con C. Brâncuși , Paris,1926
Lizica y su hermana Irina Codreanu en el taller de C. Brâncuși
En
algunas ocasiones Brâncuși le colaboró con diseños para la escena, como en el ballet de Eric Satie “Gymnopedies”. El conjunto de 3 piezas para
piano compuesta en 1888 y orquestado por Claude Debussy, presentado en 1922 en
Paris por el grupo vanguardista, es uno de los primeros pasos hacia la danza
contemporánea. Para el espectáculo Lizica, quien hacia parte del Ballet ruso de
Diaghilev, representaba a la bruja con el traje diseñado por el escultor. Testimonio
de este breve roce de Brancusi con el
mundo de la moda son las fotografías que el mismo tomó, durante el espectáculo
improvisado en su taller, en 1922.
Lizica Codreanu fue una figura constante del círculo vanguardista
de los artistas en los años 20, en Paris. En 1923 y 1924 participó en varios espectáculos de danza
o veladas organizadas en Paris. En Mouvement Perpétuels de Francis Poulenc o en Le
Coeur à gaz de Tristan Tzara llevaba trajes creados por Sonia Delaunay. Para la
diseñadora de vestuarios, Lizica era su favorita y la consideraba „una libertadora de la imaginación quien se
libera a si misma a través de la danza”.
El año 1926 representa el apogeo de la carrera de Lizica,
con su danza en la película Le Petit
Parigot.
Para los años 20, el cine empezaba a convertirse en un campo
de experimentación de los artistas (pintores, escultores e incluso
arquitectos). Entendieron que el séptimo arte puede ser un instrumento con el
que podían expresarse y también, darse a conocer a un público mayor.
En la película Le Petit Parigot dirigida por René Le
Somptier, Sonia Delaunay diseño los trajes. El baile de Lizica fue muy apreciado
en la época.
Escena de la pelicula Le petit Parigot de René le Somptier, 1926
La danza de Lizica Codreanu en la pelicula Le petit Parigot de René le Somptier, 1926
Lizica Codreanu en la pelicula Le petit Parigot de René le Somptier, 1926. Vestuario: Sonia Delaunay
Posteriormente, a poco tiempo, Lizica desaparece de las
escenas parisinas. Al casarse con es escritor y periodista Jean Fontenoy
(1899-1945), quien era corresponsal para Havas la Shanghai, ella suspende sus
actividades para acompañar a su marido en
el Oriente. En 1928 nació su hijo
François, en 1931 regresó a Francia y de divorcia en 1936. Durante su estancia
en el Oriente, Lizica continúa experimentando con su arte y aprende practicar
el yoga.
De regreso a París, abre una sala de Hatha Yoga en 1938, donde
atiende a numerosas personalidades del mundo de la cultura, importantes figuras
de Hollywood o miembros de la realeza
europea.
Lizica Codreanu en su sala de Hatha-Yoga, Paris, años ´30.
Se retiró
en 1971 y murió en Louveciennes en 1993.
Su carrera en la danza fue corta y atípica. Según su
concepto personal, la danza, el movimiento donde predomina la improvisación, debe responder a una música
interior.
En octubre 2012, la Casa de subastas Sotheby’s, vendió una de las fotografía de Lizica Codreanu, tomada en 1923 por Brancusi en su taller, por la suma de 42.750 de euro.
En octubre 2012, la Casa de subastas Sotheby’s, vendió una de las fotografía de Lizica Codreanu, tomada en 1923 por Brancusi en su taller, por la suma de 42.750 de euro.
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