Jacinto Benavente y Martínez (1866 – 1954) dramaturgo, director, guionista y
productor de cine español, Premio Nobel de Literatura 1922, es considerado para
el teatro español de principios del siglo XX, “el autor más valorado por el
público de su tiempo”. Los críticos de su obra destacan su triple condición de
satírico, crítico implacable y analista sutil de la sociedad. En su obra, que
como fundamento la vida real, aparece de forma constante el interés por la psicología femenina.
En una de sus conferencias opinaba, con la sutil ironía que
le caracterizaba, sobre la MODA de la época.
A continuación les
transcribo parte del artículo publicado en una revista de 1924:
PSICOLOGIA DE LA MODA
FRAGMENTO DE UNA
CONFERENCIA
Si por la moda nos dejamos influir en lo más íntimo de
nuestra personalidad – sentimiento religioso, ideas políticas y sociales,
criterio artístico - , ¿que no será en lo que menos nos importa, en los
aspectos que solo aspectos significan: usos en el trato social, fórmulas de cortesía,
vestidos, bailes? Lo que era finura, pasa a ser ordinariez; lo que era
distinguido, pasa a ser cursi, y viceversa.
Hay flores de moda, y perros, y gatos. Lo que se comía con cuchara, se come con
tenedor. ¿Y en el vestido? Es la moda la que ordena las estaciones y no las
estaciones las modas. En la época del Directorio, en Francia, las francesas
afrontaban por igual calores y frios en la pagana desnudez a la griega, que era
el figurín adoptado. El vestido fué siempre para la mujer más adorno que
abrigo. Yo creo que Eva, antes de una hoja de parra por pudor, se puso en la
cabeza una pluma de ave del paraíso por adorno.
Que el pudor es distinto según las horas del día no cabe
dudarlo. Hay horas en que seria inconveniente enseñar los hombros y las
espaldas y horas en que sólo pueden enseñarse la pantorrillas.En traje de baño
lo más chic es taparse mucho, y en traje de sociedad, lo menos posible. Por
algo la protagonista de Histoire Comique, de Anatole France, asegura que eso
del pudor es una macana; que el pudor, en resumidas cuentas, no es más que la vergüenza
de mostrar imperfecciones físicas, porque la perfección corporal es rara avis;
pero una hermosa desnudez es la más casta vestidura. La desnudez es la
sinceridad corporal: una honradez que no todos pueden tener. El símbolo de la
verdad es la desnudez. ¡Pero son tan pocos los que pueden desnudarse ni física ni
espiritualmente!
Hemos visto como el vestido, cuya utilidad es preservarnos
de los rigores atmosféricos, cuya moralidad es defender el natural instinto del
pudor, contraría la utilidad y hasta el pudor cuando la moda, como una más de
las bellas artes impone el desinterés más absoluto: el arte por el arte, el
vestido como adorno, sin otra finalidad – ni siquiera la de embellecer en
muchos casos – que la de transformar, la de disfrazarnos, la de mostrarnos con
apariencias diversas para darnos la ilusión de la variedad dentro de nuestra
aburrida vida. Y así, la moda se burla del pudor, prescinde de la comodidad,
trueca estaciones y hasta trueca los sexos, virilizando a las mujeres y
afeminando a los hombres, como deidad caprichosa.
1924. Decoración gráfica Revista Blanco y Negro - Estilo Art Deco
1920. Vestido en terciopelo negro con azabaches y manto amplio, forrado con tissú de plata, forma zig-zag en ambos costados.
Creaciones de la Casa Anita y Marinette
1924 Tres vestidos decorados con elementos Art Deco bordados