Hoy, el Teatro Real es el teatro de la ópera de Madrid, considerado
uno de los más importantes de España y de Europa.
Según se menciona en los antecedentes históricos del Teatro
Real de Madrid, en su actual emplazamiento, había otro teatro, el Teatro
de los Caños del Peral. Se llamaba así por levantarse en un solar cercano a los
lavaderos conocidos con ese mismo nombre, construidos en 1542 y cuyo origen parece estar relacionado con los antiguos baños árabes.
Pero antes de la construcción de ese teatro,en aquel sitio, existió otro teatro...
Pero antes de la construcción de ese teatro,en aquel sitio, existió otro teatro...
Los Caños del Peral |
Era una compañía de teatro y su dedicación a la opera fue marginal, solo hacia el final de los más de 20 años que duro en Madrid. Los Trufaldines dejaron su impronta en el teatro español pero no se consideran el origen de la ópera italiana en España.
Escena de una Comedia de la época |
Desde entonces, el corral sirvió para representaciones ocasionales de los cómicos españoles pero gran parte del tiempo estuvo desocupado, llegando al estado de ruina.
Para 1719, llega a España el marqués de Scotti cuya aportación es considerada fundamental en la introducción definitiva de la ópera italiana. A él se debe también la sustitución del viejo corral de los Trufaldines por un auténtico teatro de ópera.
Fachada del Coliseo de los Caños del Peral, en 1788. Madrid.
(Dibujo del arquitecto Francisco Sánchez)
El corral fue
derribado en 1735 y sustituido en 1737,
por el Coliseo de los Caños del Peral, con una capacidad para 1.680 espectadores. (Dibujo del arquitecto Francisco Sánchez)
El nuevo Teatro de los Caños del Peral, se inauguró el domingo, 16 de febrero de 1738, en los festejos de Carnaval, con la representación de la ópera Demetrio, de Johann Adolph Hasse, con libreto de Pietro Metastasio.
El funcionamiento del teatro, dependiente del apoyo de la Casa real, fue irregular con sucesivos periodos de cierre. También, se utilizó para bailes de máscaras y durante los años de la guerra de independencia, suspendió sus actividades.
En 1816, ante el mal estado del edificio, fue demolido.
El 7 de enero de 1817, Fernando VII ordena, la remodelación
de la Plaza de Oriente y la construcción de un nuevo y gran teatro de ópera en
el mismo solar donde había sido ubicado el Teatro de los Caños del Peral.
Las obras del Teatro Real se inician el 1 de octubre de 1817 pero debido a
grandes interrupciones y periodos de abandono, no acaban hasta 1850, 33 años
después, bajo el reinado de Isabel II.
Fachada del
Teatro Real de Madrid, siglo XIX, Autor
J. Laurent
Fue inaugurado el 19 de noviembre de 1850, funcionando de
forma ininterrumpida, como teatro de ópera, durante los 75 años siguientes y se convierte
en uno de los principales coliseos europeos. Tras la revolución de 1868 y el exilio de
Isabel II, el Real Teatro pasa a llamarse Teatro Nacional de la Ópera.
En octubre de 1925, un hundimiento provoca problemas
estructurales en el edificio y se decide el cierre provisional del teatro pero las
obras de reconstrucción se prolongaran 41 años, hasta 1966, cuando se abre al público
como sala de conciertos sinfónicos, durante
los 22 años siguientes. El 13 de octubre
de 1988 se celebra el último concierto, con la Orquesta Nacional y el 2 de
enero de 1991 se inician las obras de rehabilitación como Teatro de Ópera, que
durarían casi 7 años.
Teatro Real de Madrid, años 50
El 11 de octubre de 1997 es la reapertura del Teatro Real ya
como coliseo operístico con la ópera La
vida breve, y el ballet El Sombrero
de tres picos de Manuel de Falla.
En conclusión, desde su cierre de 1925, considerado un cierre provisional, pasaron más de 70 años, hasta que el Teatro Real de
Madrid vuelva a abrir sus puertas a la ópera.
Para este entonces, las publicaciones de la época comentaron
el evento, aprovechando para recordar su inauguración y también,algunos interesantes aspectos de la ópera en España.
Uno de estos artículos fue publicado por la revista Blanco y
Negro de noviembre 1925.
EFEMÉRIDES TEATRALES
El Real, «La Favorita» y Donizzeti
Publicado en la Revista BLANCO Y NEGRO, 1 de Noviembre, 1925
Autor: José Luis MENENDEZ
FACHADA DEL TEATRO DE ORIENTE A LA PLAZA DEL MISMO NOMBRE
(GRABADO
DE LA EPOCA, AÑO 1850)
A venido ocupándose la Prensa del estado, peligroso al
parecer, en que se encuentra el hermoso teatro de la plaza de Oriente, y se
habla de que, como medida de elemental precaución, no habrá este año temporada
de ópera, cosa que no ha ocurrido en los setenta y cinco años que lleva construido
el teatro Real. Verdaderamente sería una lástima que tal ocurriese ahora, que
la buena música encuentra tan pocas ocasiones de ser interpretada.
Inauguróse el regio coliseo el día 19 de Noviembre de 1850.
Aquel día celebraba su santo la Reina doña Isabel II, y la apertura de la
espléndida sala fué un verdadero acontecimiento artístico.
Cuando la guerra contra Napoleón destruyó los teatros del
Buen Retiro y de los Caños del Peral, tuvo Fernando VII la idea de construir
otro sobre las ruinas del último, que aventajase a ambos en lujo, espacio y suntuosidad.
Pronto, en efecto, comenzaron las obras del nuevo teatro, que había de llamarse
de Oriente; pero los gastos enormes que la nación tenía que sostener a consecuencia
de sus guerras interiores y exteriores hicieron que se paralizasen aquéllas, y
transcurrió mucho tiempo sin que se pasase de los cimientos. Para continuar la
construcción hubo necesidad de crearse, en 1826, un pequeño impuesto sobre la
extracción del alcornoque y otros frutos del país, impuesto que, como
fácilmente puede apreciarse, no respondía con su vulgaridad al objeto artístico
que con él trataba de realizarse.
Por fin, después de muchas vicisitudes, el teatro quedó terminado en 1850, acordándose abrirlo oficialmente el día 19 de Noviembre.
Por fin, después de muchas vicisitudes, el teatro quedó terminado en 1850, acordándose abrirlo oficialmente el día 19 de Noviembre.
VISTA INTERIOR DEL TEATRO REAL (DE UN GRABADO DE LA EPOCA)
Había costado diez millones y medio de pesetas, y en su ejecución
habían intervenido, sucesivamente, los arquitectos señores Aguado, Moreno y
Cabezudo, bajo la dirección gubernativa del brigadier D. Leonardo Santiago y
Rotalde, asistido de una comisión creada al efecto.
No poco alarmaron a la gente aquellos cuarenta y dos
millones de reales, y parte de la Prensa censuró en tonos muy vivos que se hubiese
invertido una suma tan importante en construir un teatro mientras la capital de
España carecía de aguas potables y de bocas de riego. Además, sospechaban los
periódicos que los enormes gastos que ocasionaba el sostenimiento del teatro no
podría resistirlos más allá de un año una población como Madrid, que sólo
contaba entonces 250.000 habitantes.
TECHO DEL TEATRO DE ORIENTE
Innecesario es decir que la inauguración constituyó una gran
solemnidad artística. La sala estaba verdaderamente espléndida. Isabel II
ocupaba el palco regio, rodeada de toda su corte, y en el resto de las localidades
se veía a toda la aristocracia española, no quedando un solo asiento sin ocupar,
no ya en palcos ni lunetas, sino en anfiteatros y paraíso.
PALCO DE SU MAJESTAD EN EL TEATRO DE ORIENTE
MARIETA ALBONI,
PRIMERA DAMA DEL TEATRO DE ORIENTE
|
Las ovaciones se sucedieran durante toda la noche sin
interrupción. Para todos hubo aplausos y vítores. Sin embargo, justo es
consignar que los honores principales fueron para. Donizzeti, que era entonces
el músico de moda en Madrid, y para la Alboni, que a sus veinticuatro años no
cumplidos había alcanzado ya fama universal, disputando la corona del arte a la
célebre prima donna Jenny Lind, que
por entonces traía locos de entusiasmo a los habitantes de los Estados Unidos.
Marieta Alboni tenía una purísima voz de contralto, que su extraordinaria
flexibilidad le permitía hacer pasar al mezzosoprano y aun al soprano más decidido sin esfuerzo alguno. Había cantado
ya en los teatros de Milán, Venecia, Berlín, Viena, San Petersburgo y París, obteniendo éxitos ruidosísimos, y en Londres se había
presentado cuatro años antes, en 1846, en el Covent Garden al mismo tiempo que
la Jenny Lind cantaba en el teatro de la Reina. El público la aplaudió con
verdadero entusiasmo, y la Prensa entabló una vivísima polémica, discutiéndose
con el mayor calor cuál de las dos artistas tenía mejores facultades. A Madrid
vino contratada en 55.200 francos por 24
representaciones, cantidad fabulosa en aquellos tiempos.
También los poetas de la época tomaron parte activa en la
inauguración del teatro Real. La Avellaneda preparó para la fiesta unos
alejandrinos altisonantes, en los que comparaba a Isabel II con Euterpe; Hartzenbusch
hizo hablar en décimas a la estatua de Felipe IV y al busto de D. Pedro Calderón
de la Barca; Cañete, Cervino, Príncipe, Selgas y Ferrer del Río escribieron
también sendas composiciones, y Bretón de los Herreros disparó el siguiente
soneto, que marca la pauta de la poesía ramplona y vulgar que se consumió en
aquel memorable acontecimiento:
LA REINA DOÑA ISABEL II
|
Hoy, que del ángel
que feliz la rige,
España el fausto día solemniza;
fénix que renació de su ceniza,
regio teatro espléndido se erige.
España el fausto día solemniza;
fénix que renació de su ceniza,
regio teatro espléndido se erige.
No ya el héroe del
Nilo y del Adige
recuerdan sus escombros, ni la liza,
que, si lauros iberos simboliza,
también luctuosa
el corazón aflige.
Y en más horrenda lucha el castellano
sus campos aún tiñera y sus baluartes
con sangre del amigo y del hermano,
si, velando los fieros estandartes
no cerrara, Isabel, tu templo, ¡oh, Jano !,
para abrir nuevos templos a las artes.
Hemos dicho antes que cuando se inauguró el teatro Real era
Donizzeti el músico favorito de la corte española. Efectivamente, el glorioso
compositor de Bérgamo gozaba en Madrid de una popularidad enorme. De ello dará
idea el hecho de que, además de La
favorita, se habían representado ya las siguientes obras suyas: La zíngara, ópera bufa (teatro de la
Cruz, 30 de Noviembre de 1824); L'Esule
di Roma, ópera seria (teatro del Príncipe, 21 de Mayo de 1832); Anna Bolena (teatro de la Cruz, 21 de Agosto
del mismo año); L'ajo nell'imbarazzo,
ópera bufa (teatro de la Cruz, 17 de Septiembre del mismo año); Fausta, ópera seria (teatro de la Cruz,
23 de Enero de 1833); L'elixire d'amore,
ópera bufa (teatro del Príncipe, 8 de Agosto del mismo año); Il Diluvio universale, drama sacro
(teatro del Príncipe, 2 de Marzo de 1834) ; Il
furioso ópera seria (teatro de la Cruz,-31 de Mayo del mismo año); Parisina d'Este, ópera seria (teatro del
Príncipe, 27 de Agosto del mismo año) ;
Torquato Tasso, ópera seria (teatro del Príncipe, 9 de Junio de 1835); Olivo e Pasquale, ópera bufa (teatro ríe
la Cruz, 16 de Agosto del mismo año); Il
castello de Kenilworth, ópera seria (teatro de la Cruz, 17 de Octubre de
1835); Gemma di Verge, ópera seria (teatro de la Cruz, 4 de Agosto de 1836); Belisario, ópera seria (ídem, 22 de Noviembre
del mismo año); Lucia di Lamermoor,
ópera seria (ídem, 2 de Agosto de 1837) ; Le
convenienze teatrali, ópera bufa (ídem, 13 de Enero de 1839) ; Lucrezia Borgia, ópera seria (ídem, 4 de
Julio del mismo año) ; Ugo, conté di
Parigi, ópera seria (ídem, 11 de Septiembre del mismo año) ; Mariano Faliero, ópera seria (ídem, 25
de Septiembre del mismo año) ; Roberto
Devereux, ópera seria (ídem, 2 de Abril de 1840) ; Maria Stuard, ópera seria (ídem, 30 de Diciembre del mismo año); María di Rudenz, ópera seria (ídem, 26
de Abril de 1841) ; Alina, Regina di Golconta,
ópera semiseria (ídem 3 de Enero de 1842) ; La
figlia del reggimento, ópera cómica (ídem, 31 de Enero del mismo año) ; Betly, ópera semiseria (teatro del
Circo, 15 de Septiembre del mismo año); Adelia,
ópera seria (ídem, 23 de Septiembre del mismo año); Linda di Chamounix, ópera semiseria (ídem, 9 de Diciembre de 1843)
; Dom Pasquale, ópera bufa (teatro de
la Cruz, 4 de Enero de 1845); I Martiri, refundición de Poliuto, ópera seria (teatro del Circo,
20 de Febrero de 1845); Marta di Rohan,
ópera seria (teatro de la Cruz, 9 de Abril de 1845), y Maria
Padilla, ópera seria (teatro del Circo, 8 de Febrero de 1846).
EL COMPOSITOR DONIZZETI |
En total
conocía Madrid, en el momento de inaugurarse el teatro Real, treinta y dos obras
de Donizzeti, mientras que Viena, París
y Londres conocían, a lo sumo, veinte o veinticinco.
De este entusiasmo que en nuestro público ha despertado
siempre la música de Donizzeti dan también idea diferentes hechos.
Muchas de sus obras más aplaudidas han sido parodiadas en los teatros de Madrid.
Azcona escribió una graciosísima zarzuela, con letra adaptada a la música de Lucia, titulada El sacristán de San Lorenzo, en la que Caltañazor hacía morir de risa a los espectadores representando el papel de Edgardo, que en la parodia se llamaba Gregorio. Otra parodia muy feliz fué la de la ópera Lucrezia Borgia, titulada La venganza de Alifonso.
Además, la gente parodiaba también por su cuenta los cantables de Donizzeti, y el aria de Marta di Rohan, que Ronconi hizo célebre.
Muchas de sus obras más aplaudidas han sido parodiadas en los teatros de Madrid.
Azcona escribió una graciosísima zarzuela, con letra adaptada a la música de Lucia, titulada El sacristán de San Lorenzo, en la que Caltañazor hacía morir de risa a los espectadores representando el papel de Edgardo, que en la parodia se llamaba Gregorio. Otra parodia muy feliz fué la de la ópera Lucrezia Borgia, titulada La venganza de Alifonso.
Además, la gente parodiaba también por su cuenta los cantables de Donizzeti, y el aria de Marta di Rohan, que Ronconi hizo célebre.
Sí, sí, fra poco di sangre un río a questa lácrima
succederá,
la cantaba el pueblo diciendo:
Si el fra está roto, ponte el del tío, y estoy seguro que te
vendrá.
Julián Gayarre, el inmortal tenor navarro, profesaba hacia Donizzeti una admiración rayana en el delirio. Lo prueba así el hecho de que cuando debutó como primer tenor en el teatro de Varesse, lo hizo con el papel de Nemorino de L'elixiro d'amore, una de las obras que cantó siempre con mayor entusiasmo. Su presentación en Milán, en el teatro Dal-Verne, fué con Lucia. En Padova, con La favorita, obra que cantó con la famosa Galleti, y fué tal su éxito, que el célebre Antonio Selva, que se hallaba en el teatro, corrió al camerino del tenor español y abrazó a éste llorando de entusiasmo. En Madrid también se presentó, en la noche del 4 de Octubre de 1877, con La favorita.
Julián Gayarre, el inmortal tenor navarro, profesaba hacia Donizzeti una admiración rayana en el delirio. Lo prueba así el hecho de que cuando debutó como primer tenor en el teatro de Varesse, lo hizo con el papel de Nemorino de L'elixiro d'amore, una de las obras que cantó siempre con mayor entusiasmo. Su presentación en Milán, en el teatro Dal-Verne, fué con Lucia. En Padova, con La favorita, obra que cantó con la famosa Galleti, y fué tal su éxito, que el célebre Antonio Selva, que se hallaba en el teatro, corrió al camerino del tenor español y abrazó a éste llorando de entusiasmo. En Madrid también se presentó, en la noche del 4 de Octubre de 1877, con La favorita.
EL FAMOSO TENOR JULIAN GAYARRE
GRABADO DE MAURA
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Pero nada tan elocuente, que hable tan alto de la devoción que nuestro gran artista profesaba a Donizzeti como el debut de aquél en la Scala de Milán, teatro que, como es sabido, constituye, por decirlo así, el templo del arte musical del mundo entero. Había cantado ya Gayarre en los principales teatros de Europa; había alternado con la Patti, con la Penco, con la Nilsson; había interpretado La africana, El profeta, Hugonotes, El barbero de Sevilla, Traviata y otra obras de Rossini, Meyerbeer y Verdi, que habían sucedido en apogeo a Donizzeti, y había estrenado en el teatro Comunal de Bolonia Tannhäuser, de Wágner, que por aquel entonces empezaba a despertar el interés y la admiración de los inteligentes. Por otra parte, Italia olvidábase de sus tradiciones musicales, aficionándose al gusto franco-alemán.
Con estos antecedentes creyó la Empresa, y con ella el Municipio de Milán, que Gayarre escogería para su debut una obra de las de entonces en boga, y su extrañeza no tuvo límites cuando el artista español anunció que se presentaría al público con La favorita. Amigos oficiosos de la Empresa trataron de disuadirle diciendo que en Milán no gustaba ya la música de Donizzeti. La contestación de Gayarre fué terminante:
—Si al público de la Scala no le gusta la música de Donizzeti
demuestra que tiene muy mal gusto.
Las corrientes modernas han modificado profundamente el temperamento artístico de nuestro público, del público del teatro Real, y ya no se representan tanto como antes las obras de Donizzeti. Sin embargo, el recuerdo del glorioso autor de Don Sebastiano perdurará siempre como algo conmovedor y fervoroso, que, unido a los nombres imperecederos de la Patti y de la Penco, de la Frezzolini y de la Galleti, de Gayarre y de Tamberlick. de Varessi y de Selva, vivirá siempre en la historia del viejo Madrid del siglo XIX, tan levantisco y airado cuando se trataba de armar revoluciones, como dulce y apacible cuando se trataba de oír música.