sábado, 29 de noviembre de 2014

EFEMÉRIDES TEATRALES


Hoy, el Teatro Real es el teatro de la ópera de Madrid, considerado uno de los más importantes de España y de Europa.
Según se menciona en los antecedentes históricos del Teatro Real de Madrid, en su actual emplazamiento, había otro teatro, el Teatro de los Caños del Peral. Se llamaba así por levantarse en un solar cercano a los lavaderos conocidos con ese mismo nombre, construidos en 1542 y cuyo origen parece estar relacionado con los antiguos baños árabes.
Pero antes de la construcción de ese teatro,en aquel sitio, existió otro teatro...

Los Caños del Peral
En enero de 1703, llegaba a Madrid,  acompañando al joven rey Felipe V,una compañía de cómicos italianos, Los Trufaldines
Era una compañía de teatro y su dedicación a la opera fue marginal, solo hacia el final de los más de 20 años que duro en Madrid. Los Trufaldines dejaron su impronta en el teatro español pero no se consideran el origen de la ópera italiana en España. 

 Escena de una Comedia de la época
En 1708,  acondicionan el antiguo lavadero para convertirlo en teatro, que presentan en enero de 1709,  como el “nuevo Coliseo de los Caños del Peral”. Parece que era una construcción sencilla,  típica de la época, a menudo  llamada “corral de Trufaldines”; fue el último gran corral de comedias madrileño. Después de dos años la compañía se deshace y abandona el teatro en 1714. Dos años más tarde, se reconstituye como la nueva compañía de los Trufaldines y vuelve a ocupar el corral hasta 1723, cuando nuevamente se deshace y el teatro vuelve a ser abandonado.

Desde entonces, el corral sirvió para representaciones ocasionales de los  cómicos españoles pero gran parte del tiempo estuvo desocupado, llegando al estado de ruina.

Para 1719, llega a España el marqués de Scotti cuya aportación es considerada fundamental en la introducción definitiva de la ópera italiana. A él se debe también  la sustitución del  viejo corral de los Trufaldines por un auténtico teatro de ópera.


Fachada del Coliseo de los Caños del Peral, en 1788. Madrid.
(Dibujo del arquitecto Francisco Sánchez)

El corral fue derribado en 1735 y sustituido en 1737,  por el Coliseo de los Caños del Peral, con una capacidad para 1.680 espectadores. 
El nuevo Teatro de los Caños del Peral,  se inauguró el domingo, 16 de febrero de 1738, en los festejos de Carnaval, con la representación de la ópera Demetrio, de Johann Adolph Hasse, con libreto de Pietro Metastasio. 
El funcionamiento del teatro, dependiente del apoyo de la Casa real, fue irregular con sucesivos periodos de cierre. También, se utilizó para bailes de máscaras y durante los años de la guerra de independencia, suspendió sus actividades.
En 1816, ante el mal estado del edificio, fue demolido.

El 7 de enero de 1817, Fernando VII ordena, la remodelación de la Plaza de Oriente y la construcción de un nuevo y gran teatro de ópera en el mismo solar donde había sido ubicado el Teatro de los Caños del Peral. Las obras del Teatro Real se inician el 1 de octubre de 1817 pero debido a grandes interrupciones y periodos de abandono, no acaban hasta 1850, 33 años después, bajo el reinado de Isabel II.


Fachada del Teatro Real de Madrid, siglo XIX,  Autor J. Laurent

Fue inaugurado el 19 de noviembre de 1850, funcionando de forma ininterrumpida, como teatro de ópera, durante los 75 años siguientes y se convierte en uno de los principales coliseos europeos.  Tras la revolución de 1868 y el exilio de Isabel II, el Real Teatro pasa a llamarse Teatro Nacional de la Ópera.

En octubre de 1925, un hundimiento provoca problemas estructurales en el edificio y se decide el cierre provisional del teatro pero las obras de reconstrucción se prolongaran 41 años, hasta 1966, cuando se abre al público como sala de conciertos sinfónicos,  durante los 22 años siguientes.  El 13 de octubre de 1988 se celebra el último concierto, con la Orquesta Nacional y el 2 de enero de 1991 se inician las obras de rehabilitación como Teatro de Ópera, que durarían casi 7 años.


Teatro Real de Madrid, años 50

El 11 de octubre de 1997 es la reapertura del Teatro Real ya como coliseo operístico con la ópera La vida breve, y el ballet El Sombrero de tres picos de Manuel de Falla.

En conclusión, desde su cierre de 1925, considerado un cierre provisional, pasaron más de 70 años, hasta que el Teatro Real de Madrid vuelva a abrir sus puertas a la ópera.
Para este entonces, las publicaciones de la época comentaron el evento, aprovechando para recordar su inauguración y también,algunos interesantes aspectos de la ópera en España. 


Uno de estos artículos fue publicado por la revista Blanco y Negro de noviembre 1925.


EFEMÉRIDES TEATRALES

El Real, «La Favorita» y Donizzeti

Publicado en la Revista BLANCO Y NEGRO, 1 de Noviembre, 1925
Autor: José Luis MENENDEZ

FACHADA DEL TEATRO DE ORIENTE A LA PLAZA DEL MISMO NOMBRE 
(GRABADO DE LA EPOCA, AÑO 1850)

A venido ocupándose la Prensa del estado, peligroso al parecer, en que se encuentra el hermoso teatro de la plaza de Oriente, y se habla de que, como medida de elemental precaución, no habrá este año temporada de ópera, cosa que no ha ocurrido en los setenta y cinco años que lleva construido el teatro Real. Verdaderamente sería una lástima que tal ocurriese ahora, que la buena música encuentra tan pocas ocasiones de ser interpretada.

Inauguróse el regio coliseo el día 19 de Noviembre de 1850. Aquel día celebraba su santo la Reina doña Isabel II, y la apertura de la espléndida sala fué un verdadero acontecimiento artístico.
Cuando la guerra contra Napoleón destruyó los teatros del Buen Retiro y de los Caños del Peral, tuvo Fernando VII la idea de construir otro sobre las ruinas del último, que aventajase a ambos en lujo, espacio y suntuosidad. Pronto, en efecto, comenzaron las obras del nuevo teatro, que había de llamarse de Oriente; pero los gastos enormes que la nación tenía que sostener a consecuencia de sus guerras interiores y exteriores hicieron que se paralizasen aquéllas, y transcurrió mucho tiempo sin que se pasase de los cimientos. Para continuar la construcción hubo necesidad de crearse, en 1826, un pequeño impuesto sobre la extracción del alcornoque y otros frutos del país, impuesto que, como fácilmente puede apreciarse, no respondía con su vulgaridad al objeto artístico que con él trataba de realizarse. 
Por fin, después de muchas vicisitudes, el teatro quedó terminado en 1850, acordándose abrirlo oficialmente el día 19 de Noviembre.

VISTA INTERIOR DEL TEATRO REAL (DE UN GRABADO DE LA EPOCA)

Había costado diez millones y medio de pesetas, y en su ejecución habían intervenido, sucesivamente, los arquitectos señores Aguado, Moreno y Cabezudo, bajo la dirección gubernativa del brigadier D. Leonardo Santiago y Rotalde, asistido de una comisión creada al efecto.

No poco alarmaron a la gente aquellos cuarenta y dos millones de reales, y parte de la Prensa censuró en tonos muy vivos que se hubiese invertido una suma tan importante en construir un teatro mientras la capital de España carecía de aguas potables y de bocas de riego. Además, sospechaban los periódicos que los enormes gastos que ocasionaba el sostenimiento del teatro no podría resistirlos más allá de un año una población como Madrid, que sólo contaba entonces 250.000 habitantes.

TECHO DEL TEATRO DE ORIENTE

Innecesario es decir que la inauguración constituyó una gran solemnidad artística. La sala estaba verdaderamente espléndida. Isabel II ocupaba el palco regio, rodeada de toda su corte, y en el resto de las localidades se veía a toda la aristocracia española, no quedando un solo asiento sin ocupar, no ya en palcos ni lunetas, sino en anfiteatros y paraíso.


PALCO DE SU MAJESTAD EN EL TEATRO DE ORIENTE


MARIETA ALBONI,
 PRIMERA DAMA DEL TEATRO DE ORIENTE
Se representó La favorita, obra estrenada siete años antes, el 26 de Agosto de 1843, en el teatro del Circo, con un éxito enorme. La interpretación de la famosa obra de Donizzeti fué magnífica, estando a cargo de la incomparable Marieta Alboni, el gran tenor Gardoni, el barítono Barroilhet, que, al estrenarse la obra en la Academia Imperial de Música de París, había hecho una estupenda creación de la parte de Alfonso XI, y el bajo Fornus, el más excepcional de los cantantes de su cuerda en aquella época.
Las ovaciones se sucedieran durante toda la noche sin interrupción. Para todos hubo aplausos y vítores. Sin embargo, justo es consignar que los honores principales fueron para. Donizzeti, que era entonces el músico de moda en Madrid, y para la Alboni, que a sus veinticuatro años no cumplidos había alcanzado ya fama universal, disputando la corona del arte a la célebre prima donna Jenny Lind, que por entonces traía locos de entusiasmo a los habitantes de los Estados Unidos. Marieta Alboni tenía una purísima voz de contralto, que su extraordinaria flexibilidad le permitía hacer pasar al mezzosoprano y aun al soprano  más decidido sin esfuerzo alguno. Había cantado ya en los teatros de Milán, Venecia, Berlín, Viena, San Petersburgo y París,  obteniendo éxitos  ruidosísimos, y en Londres se había presentado cuatro años antes, en 1846, en el Covent Garden al mismo tiempo que la Jenny Lind cantaba en el teatro de la Reina. El público la aplaudió con verdadero entusiasmo, y la Prensa entabló una vivísima polémica, discutiéndose con el mayor calor cuál de las dos artistas tenía mejores facultades. A Madrid vino  contratada en 55.200 francos por 24 representaciones, cantidad fabulosa en aquellos tiempos.

También los poetas de la época tomaron parte activa en la inauguración del teatro Real. La Avellaneda preparó para la fiesta unos alejandrinos altisonantes, en los que comparaba a Isabel II con Euterpe; Hartzenbusch hizo hablar en décimas a la estatua de Felipe IV y al busto de D. Pedro Calderón de la Barca; Cañete, Cervino, Príncipe, Selgas y Ferrer del Río escribieron también sendas composiciones, y Bretón de los Herreros disparó el siguiente soneto, que marca la pauta de la poesía ramplona y vulgar que se consumió en aquel memorable acontecimiento:

LA REINA DOÑA ISABEL II



 Hoy, que del ángel que feliz la rige,
España el fausto día solemniza;
fénix que renació de su ceniza,
regio teatro espléndido se erige.

 No ya el héroe del Nilo y del Adige
recuerdan sus escombros, ni la liza,
que, si lauros iberos simboliza,
también  luctuosa el  corazón aflige.

 Y en más horrenda lucha el castellano
sus campos aún tiñera y sus baluartes
con sangre del amigo y del hermano,
 si, velando los fieros estandartes
no cerrara, Isabel, tu templo, ¡oh, Jano !,
para abrir nuevos templos a las artes.




Hemos dicho antes que cuando se inauguró el teatro Real era Donizzeti el músico favorito de la corte española. Efectivamente, el glorioso compositor de Bérgamo gozaba en Madrid de una popularidad enorme. De ello dará idea el hecho de que, además de La favorita, se habían representado ya las siguientes obras suyas: La zíngara, ópera bufa (teatro de la Cruz, 30 de Noviembre de 1824); L'Esule di Roma, ópera seria (teatro del Príncipe, 21 de Mayo de 1832); Anna Bolena (teatro de la Cruz, 21 de Agosto del mismo año); L'ajo nell'imbarazzo, ópera bufa (teatro de la Cruz, 17 de Septiembre del mismo año); Fausta, ópera seria (teatro de la Cruz, 23 de Enero de 1833); L'elixire d'amore, ópera bufa (teatro del Príncipe, 8 de Agosto del mismo año); Il Diluvio universale, drama sacro (teatro del Príncipe, 2 de Marzo de 1834) ; Il furioso ópera seria (teatro de la Cruz,-31 de Mayo del mismo año); Parisina d'Este, ópera seria (teatro del Príncipe, 27 de Agosto del mismo año) ; Torquato Tasso, ópera seria (teatro del Príncipe, 9 de Junio de 1835); Olivo e Pasquale, ópera bufa (teatro ríe la Cruz, 16 de Agosto del mismo año); Il castello de Kenilworth, ópera seria (teatro de la Cruz, 17 de Octubre de 1835); Gemma di Verge, ópera seria (teatro de la Cruz, 4 de Agosto de 1836); Belisario, ópera seria (ídem, 22 de Noviembre del mismo año); Lucia di Lamermoor, ópera seria (ídem, 2 de Agosto de 1837) ; Le convenienze teatrali, ópera bufa (ídem, 13 de Enero de 1839) ; Lucrezia Borgia, ópera seria (ídem, 4 de Julio del mismo año) ; Ugo, conté di Parigi, ópera seria (ídem, 11 de Septiembre del mismo año) ; Mariano Faliero, ópera seria (ídem, 25 de Septiembre del mismo año) ; Roberto Devereux, ópera seria (ídem, 2 de Abril de 1840) ; Maria Stuard, ópera seria (ídem, 30 de Diciembre del mismo año); María di Rudenz, ópera seria (ídem, 26 de Abril de 1841) ; Alina, Regina di Golconta, ópera semiseria (ídem 3 de Enero de 1842) ; La figlia del reggimento, ópera cómica (ídem, 31 de Enero del mismo año) ; Betly, ópera semiseria (teatro del Circo, 15 de Septiembre del mismo año); Adelia, ópera seria (ídem, 23 de Septiembre del mismo año); Linda di Chamounix, ópera semiseria (ídem, 9 de Diciembre de 1843) ; Dom Pasquale, ópera bufa (teatro de la Cruz, 4 de Enero de 1845);  I Martiri, refundición de Poliuto, ópera seria (teatro del Circo, 20 de Febrero de 1845); Marta di Rohan, ópera seria (teatro de la Cruz, 9 de Abril de 1845), y  Maria Padilla, ópera seria (teatro del Circo, 8 de Febrero de 1846).

EL COMPOSITOR DONIZZETI


En total conocía Madrid, en el momento de inaugurarse el teatro Real, treinta y dos obras de Donizzeti, mientras que  Viena, París y Londres conocían, a lo sumo, veinte o veinticinco.

De este entusiasmo que en nuestro público ha despertado siempre la música de Donizzeti dan también idea diferentes hechos. 
Muchas de sus obras más aplaudidas han sido parodiadas en los teatros de Madrid. 
Azcona escribió una graciosísima zarzuela, con letra adaptada a la música de Lucia, titulada El sacristán de San Lorenzo, en la que Caltañazor hacía morir de risa a los espectadores representando el papel de Edgardo, que en la parodia se llamaba Gregorio. Otra parodia muy feliz fué la de la ópera Lucrezia Borgia, titulada La venganza de Alifonso
Además, la gente parodiaba también por su cuenta los cantables de Donizzeti, y el aria de Marta di Rohan, que Ronconi hizo célebre.

Sí, sí, fra poco di sangre un río a questa lácrima succederá,
la cantaba el pueblo diciendo:
Si el fra está roto, ponte el del tío, y estoy seguro que te vendrá.





Julián Gayarre, el inmortal tenor navarro, profesaba hacia Donizzeti una admiración rayana en el delirio. Lo prueba así el hecho de que cuando debutó como primer tenor en el teatro de Varesse, lo hizo con el papel de Nemorino de L'elixiro d'amore, una de las obras que cantó siempre con mayor entusiasmo. Su presentación en Milán, en el teatro Dal-Verne, fué con Lucia. En Padova, con La favorita, obra que cantó con la famosa Galleti, y fué tal su éxito, que el célebre Antonio Selva, que se hallaba en el teatro, corrió al camerino del tenor español y abrazó a éste llorando de entusiasmo. En Madrid también se presentó, en la noche del 4 de Octubre de 1877, con La favorita.


EL FAMOSO TENOR JULIAN GAYARRE 
GRABADO DE MAURA


Pero nada tan elocuente, que hable tan alto de la devoción que nuestro gran artista profesaba a Donizzeti como el debut de aquél en la Scala de Milán, teatro que, como es sabido, constituye, por decirlo así, el templo del arte musical del mundo entero. Había cantado ya Gayarre en los principales teatros de Europa; había alternado con la Patti, con la Penco, con la Nilsson; había interpretado La africana, El profeta, Hugonotes, El barbero de Sevilla, Traviata y otra obras de Rossini, Meyerbeer y Verdi, que habían sucedido en apogeo a Donizzeti, y había estrenado en el teatro Comunal de Bolonia Tannhäuser, de Wágner, que por aquel entonces empezaba a despertar el interés y la admiración de los inteligentes. Por otra parte, Italia olvidábase de sus tradiciones musicales, aficionándose al gusto franco-alemán.

Con estos antecedentes creyó la Empresa, y con ella el Municipio de Milán, que Gayarre escogería para su debut una obra de las de entonces en boga, y su extrañeza no tuvo límites cuando el artista español anunció que se presentaría al público con La favorita. Amigos oficiosos de la Empresa trataron de disuadirle diciendo que en Milán no gustaba ya la música de Donizzeti. La contestación de Gayarre fué terminante:

—Si al público de la Scala no le gusta la música de Donizzeti demuestra que tiene muy mal gusto.



Las corrientes modernas han modificado profundamente el temperamento artístico de nuestro público, del público del teatro Real, y ya no se representan tanto como antes las obras de Donizzeti. Sin embargo, el recuerdo del glorioso autor de Don Sebastiano perdurará siempre como algo conmovedor y fervoroso, que, unido a los nombres imperecederos de la Patti y de la Penco, de la Frezzolini y de la Galleti, de Gayarre y de Tamberlick. de Varessi y de Selva, vivirá siempre en la historia del viejo Madrid del siglo XIX, tan levantisco y airado cuando se trataba de armar revoluciones, como dulce y apacible cuando se trataba de oír música.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

ESPAÑA - TIPOS Y TRAJES (1)


Hoy, fue un día especial...
Encontré un libro muy interesante titulado: ESPAÑA - TIPOS Y TRAJES.
Es un libro antiguo pero no se precisa el año, con fotografías blanco y negro, de excelente calidad y varios artículos sobre este tema. 
Es la sexta edición de uno de los libros de fotografía de José Ortiz Echagüe, probablemente de los años 30-40, donde son retratados personajes populares representativos de cada zona del país. 

Como mi blog todavía sigue a la derriba, sin ningún tema en concreto, iniciaré otra serie de entradas para reproducir este bellisimo libro.
Como es lógico, (para mi...)comenzaré con los de Valencia y Murcia, mis favoritos.


VALENCIA. - Valenciana
Falda de ancho vuelo, ajustado corpiño, chal cruzado de tul con bordados de lentejuelas, delantal en armonía con el traje. Peina dorada de metal de la que, según la versión valenciana, se derivó de de andaluza de concha. Peinecillos pequeños y horquillas de oro sujetan los rodetes sobre las orejas.

VALENCIA- Alcalde de aldea
Cabalgatas, tracas, alegre algarabía de dulzainas. Todo lo preside este imperturbable alcalde con su alto sombrero de fieltro y su larga vara de mando.

VALENCIA.- Mantilla valenciana
Las airosas hijas de Valencia tienen su sentido especial para la mantilla. Esta difiere de la andaluza en que va armada por la parte baja. La peina es más pequeña y el peinado es de grandes moños sobre las orejas

VALENCIA. - Grupas valencianas
Sobre los blancos caballos ricamente enjaezados las mujeres valencianas van a la grupa tras ágiles jinetes. El sol arranca de los ricos trajes vivos destellos de variados colores.

VALENCIA.- Grupa valenciana
La fantasía del valenciano exageró la pompa de estos arreos bajo los cuales las líneas del caballo pierden la gallardía lo que ganan en fasto. Más breves y airosos son los antiguos, hoy casi en desuso.

Huertana murciana
El traje de la mujer no tiene rasgos muy característicos. El peinado, en cambio, es complicadísimo, con trenzados que son como afiligranado encaje.

Huertano de Murcia
El hombre conserva en su atuendo restos de la indumentaria árabe, tales como los zaragüelles, prenda apropiada para la faenas de riego en la rica huerta. Abarcas de esparto y amplio sombrero o, con más frecuencia, vistoso pañuelo

(Continuación...)

Fuentes:  España - Tipos y trajes, libro publicado por "Bolaños y Aguilar" - Madrid (Años 30-40?). Las imágenes son reproducidas de las fotografías de José Ortiz Echagüe publicados en el respectivo libro.

martes, 18 de noviembre de 2014

LA VUELTA AL MUNDO: La isla del azúcar

 La Habana. Antiguo Palacio Velasco Sarrá en 1935

LA ISLA DEL AZÚCAR

Por VICENTE BLASCO IBAÑEZ
"La vuelta al mundo de un novelista" -Vol. I, 1924/1925

En mi niñez, cuando la isla de Cuba era aún tierra española, no podía oír hablar de La Habana sin que me agitase un sentimiento contradictorio de admiración y de terror.

Era para mí el país del azúcar una ciudad encantada, como las de los cuentos infantiles, donde las casas debían ser de caramelo y no había más que agacharse para comer tierra cristalina y dulce. Además, todos volvían de allá trayendo onzas de oro y hablaban de negritos como los que había yo visto danzar, desnudos y graciosos, en las funciones de teatro. Pero la entrada de este paraíso era estrechísima y la guardaban terribles monstruos, siendo el más carnicero de todos el llamado vómito negro. Muchas veces escuché la noticia de haber muerto en la isla lejana, hermosa y mortífera, personas a las que conocí fuertes y animosas en el momento de partir. 




Capitolio Nacional de Cuba - años 30's
Ahora hace años que desapareció para siempre lo que me infundía enorme terror al pensar en Cuba. En cambio subsiste, cada vez más amplificada por el progreso, la riqueza de la isla que tanto admiré en mis infantiles fantasías.
Los norteamericanos, al ocuparla por algún tiempo, se dedicaron al exterminio del mosquito propagador de la fiebre mortal y al saneamiento de las tierras encharcadas. Luego, los médicos extranjeros y los del país, igualmente notables, han acabado por suprimir las antiguas enfermedades que tan insegura hacían la vida de los viajeros antes de su aclimatación. Hoy, la más grande de las Antillas es país de salubridad regular y constante, y La Habana una de las ciudades más higiénicas de la tierra.
Su prosperidad económica ha ido desarrollándose en proporciones enormes, como su higiene pública. La producción actual de azúcar y tabaco casi dobla la de pasados tiempos. Su riqueza ha resultado algunas veces excesiva y perniciosa, dando origen a reacciones de pobreza, como en otros países jóvenes, de vertiginoso crecimiento.


LA VUELTA AL MUNDO DE UN NOVELISTA
Habana.- El insigne novelista, D. Vicente Blasco Ibáñez, con un grupo de la Comisión de profesores
y periodistas cubanos que subió al vapor “Franconía” para darle la bienvenida
(Revista Nuevo Mundo, 24 de enero 1924)

Habana en los años 20

Mercado de Tacón, La Habana, Cuba,1910

1904, Plantación de caña de azúcar en Cuba



 Una familia negra cubana, en 1907 

Si fuese preciso dar un sobrenombre a la capital de Cuba, como los ostentan pueblos y héroes en los poemas homéricos, se la podría llamar Habana la Alegre. Es una ciudad que sonríe al que llega, sin que pueda decirse con certeza dónde está su sonrisa.

Puerto de La Habana, 1910

El litoral del puerto en 1900


Carnaval en Cuba, años 20

Publicidad de la época

Guarda cierto aspecto andaluz de antigua urbe colonial, construida con arreglo al patrón enviado de Madrid por el Consejo de Indias. La influencia poderosa de la vecina República de los Estados Unidos, las comodidades de su civilización material, no han modificado aún su fisonomía añorada y tranquila de país con tradiciones de raza y un pasado histórico.


Calle O'Reilly, Habana, 1920s

Calle Obispo, Habana, 1910

Calle Tacon, Habana, 1910


Calle Zanja 1920

Los nuevos monumentos en honor de sus héroes que adornan plazas y paseos resultan desiguales artísticamente: unos son dignos de respeto, otros lamentables, como obras de confitería tierna.

Habana, 1900-1920






Los parques recién trazados y los nuevos barrios del ensanche de la ciudad resultan magníficos, y parecen recordar los sucesivos chaparrones de abrumadora riqueza que han caído sobre este país en los últimos treinta años.



Habana, Prado, 1910

Paseo del Prado, Habana, Cuba

Central Park en La Havana de los años 20

Taxis y autos particulares frente al Parque Central alrededor de 1919. Habana - Cuba

Mujeres en la Habana, años 20




La alegría de La Habana, más que en sus paseos, en sus edificaciones y en el movimiento animado de sus calles, hay que buscarla en el carácter de las gentes; en la franqueza de los cubanos, que algunas veces parece excesiva a los extranjeros; en la belleza de sus mujeres, interesantemente pálidas y con enormes ojos.




He estado dos veces en La Habana por breve tiempo, y en ambas visitas, más que la hermosura de la ciudad atrajeron mi atención dos manifestaciones características de su vida pública que no tienen nada semejante en ningún otro país.
Los periódicos de La Habana y los casinos de La Habana son algo excepcional.


Café en La Habana, hacia 1900

Hotel Continental - Guantanamo, Cuba, 1910

Playa de Marianao, años 20-30

Interior Diario  CUBA y su maquinaria rotativa
Finales siglo XIX
Un día entero necesité para ir visitando las redacciones de los diarios más importantes, y no pude verlas todas. Unas ocupan enormes casas coloniales que son casi palacios; otras, edificios propios de reciente construcción. Tienen talleres vastísimos y máquinas de múltiple funcionamiento, como los primeros diarios de Nueva York. No existe una diferencia considerable entre los periódicos más célebres de los Estados Unidos y los de la capital de Cuba. Además se publican numerosos magazines y revistas especiales… Y como la población de la isla no llega a tres millones de seres, se pregunta uno dónde están los lectores necesarios para esta prensa, digna por su número, su calidad y su fuerza, de un país de veinticinco o treinta millones de habitantes.

Las asociaciones de La Habana pueden competir por su lujo con los clubs más célebres de la tierra. El comercio, compuesto casi en su totalidad de españoles, considera obra patriótica la continuación y desenvolvimiento de sus casinos, anteriores a la independencia del país.

Gran Casino, Havana, Cuba, 1921 (Foto:Villas)

Casino en La Habana de los años 20

La Habana, Cuba, Havana Yacht Club y Casino Español, años 20-30

Ya están olvidadas las antiguas luchas entre peninsulares y cubanos. Ahora, unos y otros sienten igual interés por la prosperidad de la isla. Además, los hijos de los españoles son cubanos, y dentro de las antiguas sociedades se van confundiendo todos, sin diferencias de origen.




Negocio Asturiano en la Habana, años 20-30


1910, niñas tocando mandolina en uno de los salones del Centro Asturiano


A las organizaciones españolas pertenecen los edificios más grandes y ostentosos de la ciudad. El Círculo de Dependientes de Comercio tiene 40.000 socios, residentes en La Habana. No creo que en Europa ni en los Estados Unidos exista un club tan numeroso.





Centro Asturiano, Habana 

Casino Español de la Habana




El Círculo Gallego es un palacio que guarda en su interior uno de los teatros más grandes de la ciudad. El Casino Español, resumen de las aspiraciones de las diversas sociedades hispánicas con título provincial, posee un salón de mármoles diversos traídos de España y de estucos policromos, que parece el salón del trono en un palacio real.




Todas estas sociedades, uniendo lo útil a lo ostentoso, mantienen en los alrededores de La Habana hospitales y sanatorios, instalados con tanta largueza y tales innovaciones, que de muchas partes vienen a estudiarlos como modelos.





Se nota en La Habana, a las pocas horas de vivir en ella, que es ciudad abundante en dinero. Pero otras ciudades revelan igualmente riqueza y no tienen el aspecto atrayente y simpático de ésta. Es que Habana la Alegre además de tener dinero lo gasta con una tranquilidad y un descuido rayanos en el derroche. Sus teatros son numerosos y están siempre llenos. Sus café y sus bailes nunca carecen de público. Aquí fue donde Caruso y otros cantantes, pagados de un modo inverosímil, obtuvieron sus más altas remuneraciones. En la Opera de La Habana ha llegado a costar una butaca cien pesos oro por noche. Tan irritante pareció a algunos este despilfarro, que protestaron de él bárbaramente, arrojando una bomba en plena función.


Enrico Caruso en su gira por América 

Gran Casino, Habana, Cuba, 1921

Gran Casino, Habana, Cuba in 1921 (Foto:Villas)

El Dorado,  café y restaurante en Habana, Cuba, años 20-30

La Habana, Cuba, Baile en el Havana Yacht Club ,1925

En los escaparates de sus tiendas se ven las telas más caras y ricas. Las mujeres visten con un lujo en apariencia sencillo, para no salirse de las reglas del buen gusto, pero en realidad costosísimo.


Elegancia en Cuba, años 20-30

Tienda de telas y ropa La Habana alrededor de 1900


Zona comercial Prado y Neptuno, Habana en 1914

Mercado de Tacón, Habana


Esquina de una calle comercial, Habana, Cuba, 1904 (foto: Empresa editorial de Detroit)

Fuera de La Habana, en los nuevos barrios, son cada vez más numerosos los palacetes particulares. La antigua arquitectura española, con el aditamento de las comodidades de la vida norteamericana, es generalmente la de tales edificios. La jardinería del trópico da una nota de originalidad a estas construcciones, que recuerdan a la vez los patios de Sevilla y los palacios de madera de Long Island.

Mansión el El Vedado. hacia 1910


Residencia cubana

Para el ciudadano de los Estados Unidos descontento silenciosamente de ciertas leyes de su país, La Habana ofrece un atractivo especial. Es una ciudad a las puertas de su patria, donde no impera el llamado «régimen seco». Le basta tomar un buque en Cayo Hueso, al extremo de la Florida, para vivir horas después en la capital de Cuba, donde hay un bar en cada calle. Aquí no sufre retardos en la satisfacción de sus deseos, ni tiene que absorber bebidas contrahechas ofrecidas en secreto. La embriaguez puede ser franca, libre y continua. Pero como es tierra de dinero abundante, derramado con mano pródiga, los hoteles resultan carísimos, así como los otros gastos de viaje, y sólo los ricos pueden pasar el canal de la Florida para venir a emborracharse bajo la bandera cubana.


Bar en la Habana, años 20

Me veo recibido cariñosamente en esta amada ciudad de habla española. El Municipio me ha declarado su huésped, comisionando al escritor Rafael Cante, antiguo amigo mío, para que me dirija y me guarde durante el tiempo que permanezca en La Habana. Simpáticos periodistas de incansable y sonriente preguntar, jóvenes escritores que revelan su talento en las curiosidades literarias y las paradojas de su conversación, me acompañan en mis visitas a las redacciones de los diarios y en los dos banquetes amistosos y sin ceremonia con que soy obsequiado, a mediodía y por la noche.
Presencio la belleza del crepúsculo tropical en una lujosa «villa» de las afueras, donde vive con su esposa el joven conde del Rivero, hijo del célebre fundador de El Diario de la Marina.


Publicada en La Ilustración Artística, Barcelona, 24 de febrero de 1896

Como el Ayuntamiento ha reservado para mí las mejores habitaciones del Hotel Sevilla -el más caro de la ciudad-, mi amigo Cante se esfuerza por convencerme de que debo quedarme en ellas, volviendo al buque en las primeras horas de la mañana siguiente. Sería mal interpretado que prescindiese yo de usar dichas habitaciones después de haber sido declarado «huésped de honor».
A la una de la madrugada discutimos frente al hotel si debo o no dormir en tierra. Siento un dolor insistente en una pierna, cierta torpeza muscular que hace cada vez más pesados sus movimientos. La necesidad de un pronto descanso me impulsa a admitir las objeciones de mi amigo, pero cuando entro en el hotel para acostarme, tropiezo con un compañero del Franconia.


 Hotel Sevilla-Biltmore, Habana, Cuba, 1924

Es un joven norteamericano, de buenas maneras, un bailarín incansable, que sale del dancing del hotel. En el buque se muestra sobrio; pero aquí, por seguir la rutina de muchos de sus compatriotas y para convencerse de que verdaderamente está en un país libre, se ha embriagado de un modo lastimoso. Me abraza como si viese a un hermano, intenta besarme, enternecido por el encuentro, y me dice que nosotros dos somos los únicos del Franconía que estamos en tierra. Todos los otros se fueron a media noche. El buque zarpará al amanecer, y no a las diez de la mañana como se había anunciado.
Corremos al puerto, solitario y silencioso a esta hora avanzada, y el amigo Conte consigue que una lancha del gobierno nos lleve hasta el Franconía, que tiene apagadas la mayor parte de sus luces y parece dormido… Si ocupo mi cama de honor en el hotel, termina mi viaje alrededor del mundo en la primera escala.


Puerto en Cuba, enero 1923


 Malecon, Cuba, 1925

Cuando al día siguiente despierto, en mi camarote, el buque está navegando hace ya varias horas. Las costas de Cuba se han esfumado en el horizonte. Nos rodea el hermoso mar de las Antillas, en el cual logra descender la luz a grandes profundidades, dando una claridad dorada a las aguas azules.


Habana, Malecon, 1900-1920

Los viajeros, después de haber pasado un día en tierra, parecen encontrar nuevos atractivos a la vida marítima. En la última cubierta juegan grupos de señoritas vestidas de blanco y raqueta en mano, interrumpiendo con risotadas los incidentes de su deporte. Otras empujan discos de madera con una pala, a través de rectángulos trazados con tiza en el suelo. Más allá arrojan anillas de cuerda para que se introduzcan en un espigón, o pelotas enormes que deben entrar por una manga de red. El suelo se estremece con los galopes de esta juventud de faldas cortas con menudos pliegues, perseguida por otra juventud que usa camisa de cuello abierto y pantalones de franela.

Suzane Lenglen, campeona en Wimbledon entre 1919-1925 

Las señoras hablan del próximo baile de máscaras, el primero de la travesía, que va a ser entre La Habana y Panamá. Cada una guarda el secreto de los disfraces ocultos en sus maletas.
Antes de empezar nuestro viaje, los expertos que lo dirigen, para evitar errores y olvidos, nos han dado una lista de lo que debemos llevar con nosotros, y en ella figuran como artículos indispensables un traje de baño para la gran piscina y varios disfraces para los bailes de máscaras. Esto último es tan importante como dos pares de gafas negras de recambio para los países ardientes que vamos a visitar. Con dos disfraces hay bastante por el momento. Al llegar a los países del Extremo Oriente todos comprarán vestimentas japonesas, chinas e indostánicas, y los últimos bailes van a ser los más ostentosos y originales.
Entre estas gentes simpáticas, de trato llano, propensas a la risa, y que no necesitan para alegrarse de grandes complicaciones, las hay dispuestas a disfrazarse a todas horas para regocijo de sus compañeros. 

1921, El Bal Masque anual en Cleveland, Ohio, el Kokoon Club
(En los años 20, el baile de máscaras o bal masqué, era  una forma de entretenimiento muy común.)




El día antes de la llegada a Cuba ha sido domingo. En las ciudades de los Estados Unidos el domingo es el día en que se venden más periódicos. Los grandes diarios publican ediciones extraordinarias, de ochenta o cien páginas, con novelas completas y resúmenes de todas las materias que pueden interesar a cada lector. Desde el amanecer, los vendedores vocean en las calles la enorme edición dominical.



También en el primer domingo, a bordo del Franconía, una voz ronca empieza a gritar por los corredores los títulos de varias publicaciones célebres de Nueva York, como si estuviésemos aún en la metrópoli americana. Las gentes se asoman en traje de dormir a las puertas de sus camarotes. El vendedor callejero es un gentleman casi de dos metros de estatura, un millonario procedente de los Estados del Sur, al que llaman todos «coronel» por tener este grado en la milicia cívica de su ciudad.
Se ha disfrazado de pilluelo y ofrece gravemente periódicos viejos a todos los que se asoman a las puertas. Los más celebran con una risa, que puede llamarse americana por lo espontánea y pronta, esta excentricidad del personaje. Uno de sus compatriotas permanece serio, y le mira con extrañeza, no pudiendo comprender tal conducta.
- Si no se ríe usted un poco, voy a llorar de pena -dice el falso vendedor de periódicos.
Y tan cómico resulta el gesto con que el hombretón inicia su llanto infantil, que el otro se ve obligado a reír corno los demás.
Yo no podré presenciar el primer baile de máscaras del Franconia. En varios días no veré otra cosa que las paredes de mi camarote.
A las pocas horas de alejarnos de La Habana he quedado clavado en mi lecho por una parálisis de la pierna izquierda. El médico de a bordo declara que es una ciática, tal vez a consecuencia de la atmósfera húmeda del mar. Luego pensamos los dos que bien puede ser por una imprudencia en el aireamiento de mi habitación.



El Franconia no tiene ventiladores a uso antiguo, con hélices de molesto y tenaz abejorreo. Cada camarote posee dos pequeñas esferas de bronce, metidas en alveolos del mismo metal. Estos ojos dorados, cuando tienen el agujero de su negra pupila hacia adentro e invisible, permanecen inactivos. Pero basta volverlos, para que de ambos orificios surja una manga silenciosa y fría que cambia el ambiente del camarote con sus pequeños huracanes. Durante el anclaje en los puertos, los mosquitos de agua muerta que se introducen por los ventanos se ven obligados a retroceder, volviéndose con rabiosos zumbidos por donde vinieron. Los dos chorros mudos los voltean con su ímpetu, lo mismo que un aeroplano pillado por una tormenta, y les hacen huir finalmente al otro lado de la pared del buque.



He pasado una noche entera con ambos ventiladores enfilados hacia mi cama. La proximidad del calor de Cuba me hizo emplear este refrescamiento imprudente. Mientras dormía, las dos mangas de helado viento, que hacen funciones de mosquitero, cayeron horas y horas sobre el lugar de mi cuerpo donde ahora siento el llamado nudo ciático.
- Tiene usted para algunos días -dice el médico inglés, moviendo la cabeza-o Habrá que emplear los rayos violeta… No intente moverse.

¡Bien empieza el viaje alrededor del mundo!




(Continuará...)

Texto:
LA VUELTA AL MUNDO DE UN NOVELISTA (Vol. I) - Vicente Blasco Ibáñez,

Editado por EDITORIAL PROMETEO en 1924/1925.