El domingo pasado aproveche el día primaveral para ir al Mercado de pulgas – mi vieja
afición… o vicio.
Fue un día de suerte. En un puesto de libros y otros “papeles”,
encontré una foto de Blasco Ibáñez, una de las tarjetas postales de la época de gran éxito del novelista. Feliz con el hallazgo, seguí mirando fotos antiguas
en blanco y negro. Eran fotos de la primera mitad del siglo pasado, fotos
pequeñas con gente de distintas edades, clases sociales o apariencias y tomadas en varios lugares de España
o Sudamérica, pero todos parecían valencianos. Como no podía decidirme por algunas
pocas y como el vendedor insistía en hacerme un buen precio para toda la bolsa de
aquellas imágenes de vidas pasadas y olvidadas, finalmente, pensando en mi
blog, encontré la mejor justificación para quedarme con todas.
A mi lado, una señora
mayor, con la curiosidad propia de su edad,
me preguntó qué pensaba hacer con tantas fotos de “gente desconocida”.
Me sorprendió su pregunta y en el primer instante me quedé sin respuesta, con
una sonrisa acartonada, pensando en cómo justificar una compra aparentemente, tan irracional. En seguida, desapareció
aquella sensación de extraña culpabilidad, se me suavizo la sonrisa y asumiendo
todos los riesgos, le conté la verdad; le dije que todas estas imágenes de esta
gente desconocida son para ponerlas en
Internet, al alcance de los que pueden estar interesados en conocer estos
tiempos y estos sitios. Rápidamente, mi
interlocutora cambió su expresión de curiosidad mezclada con dudas y sospechas por otra, la de una exagerada alegría que puso brillo a su mirada y complicidad a
su sonrisa; se alejó contenta repitiendo un muy bien, muy bien…
Me quede con aquella gente desconocida y amontonada en una bolsa de plástico; con el gran compromiso de compartir sus imágenes
en mi blog. Entendí que tanto ellos como yo, somos afortunados: ellos por
seguir en sus fotos hasta nuestros tiempos y yo, por encontrarlos.
Se dice que una fotografía es efectiva cuando el momento que
registra contiene una partícula de verdad que es aplicable de manera general.
La fotografía en sí, revela tanto lo que
está presente al ser captada la imagen, como lo que está ausente. Su mensaje es menos
simple de lo que parece en el primer momento. Los eventos retratados pueden ser
incomprensibles o explicables de acuerdo al conocimiento que tenga el
espectador antes de ver la fotografía.
Según John Berger (The look of things, 1972), la fotografía es un medio para probar, confirmar
y construir una mirada total de la realidad… separa, preserva y presenta un
momento tomado de un continuo, da testimonio de una elección humana que ha sido
ejercitada en una situación dada.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, las fotografias empezaron a participar en la historia y durante los siguentes 100 años captaron la realidad del mundo, en blanco y negro.
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Desde la segunda mitad del siglo XIX, las fotografias empezaron a participar en la historia y durante los siguentes 100 años captaron la realidad del mundo, en blanco y negro.
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El color apareció más tarde. Se considera que la primera fotografía con
color la tomo el físico escocés James
Clerk Maxwell, en 1861. Después, hubo varios intentos para perfeccionar la
técnica hasta que en los años 30 Kodachrome introduce la primer película diapositiva
moderna en color (1935) y Agfacolor, en
1936, descubre la nueva tecnología que es la base de la mayoría de las fotografías
modernas en color.
En 1942, Eastman Kodak produce películas negativas que
permiten obtener copias positivas en color y solo desde 1963 se pueden tomar
instantánea en colores, debido a la técnica introducida por Polaroid.
Desde esta época, las
fotos se llenaron de colores, muchas veces demasiado estridentes y perdieron
algo, perdieron aquella magia de los grises y de las sombras que
estimulaba la imaginación para dar color propio y original a un mundo pasado.
A finales del siglo XX , en los años 90, aparece un nuevo tipo de tecnología y
comenzó la era digital, la época post-fotográfica,
la
infografía, la holografía , etc.
Las nuevas tecnologías pueden intervenir sobre las imágenes desde su registro y después, en todo momento; tienen la capacidad de manipularlas, distorsionarlas y modificar lo real sin perder parte del realismo fotográfico con el que fueron captadas. Así, se rompe la conexión entre la percepción de la realidad por observación directa y la imagen mediada a través de una tecnología. Lo real y lo virtual se mezclan dando lugar a una imagen híbrida, muchas veces falseando la realidad.
La fotografía digital
está al alcance de todos y todos
tomamos fotos de lo que sea, en cualquier circunstancias, guiados por el instinto “del momento”. Nos empeñamos en captar
nuestra realidad sin ningún criterio especial, simplemente para
lanzarla al universo virtual con la esperanza que presente algún interés para conocidos o desconocidos. Son imágenes virtuales que soltamos en
el infinito de este espacio que
todavía no sabemos definir muy bien, con la ilusión de que algo
propio puede permanecer en el tiempo. Pero el mundo virtual es
un permanente torbellino de alta velocidad, con millones de imágenes que pasan
rápidamente sin dejar nada como recuerdo o contacto con la realidad material.
Son fotos de baja confiabilidad, en general sin ningún valor; parece que ni existen. Las tomamos, las descargamos, las copiamos y si no las borramos, les damos rienda suelta en el inmenso espacio virtual. Son fotos modificadas o modificables, fotos en general "
no-creíbles” , que se perderán rápidamente, diluidas en el infinito virtual.
Probablemente somos las últimas generaciones que todavía “estamos” en alguna fotografía verdadera, “creíble”, en blanco y negro, o color. Son las fotografías que algún día terminaran en una manta del Mercado de pulgas o serán recicladas como papel o para hacer algún DIY o..... ya que serán viejas fotografías de desconocidos.
Probablemente somos las últimas generaciones que todavía “estamos” en alguna fotografía verdadera, “creíble”, en blanco y negro, o color. Son las fotografías que algún día terminaran en una manta del Mercado de pulgas o serán recicladas como papel o para hacer algún DIY o..... ya que serán viejas fotografías de desconocidos.
Hola Marga.Es verdad que lo digital,tanto en audio como en imagen es una falsa recreación de la realidad.Son unos y ceros.En el desván de casa de mis padres se apilan montañas de fotografias reveladas allí mismo,pues tanto mi padre como mi abuelo se dedicaron a este arte.Yo perdí el interés al entrar el digital.Las fotografias captan un instante,pero es solo la esencia,en ellas habitan un tiempo mucho más prolongado,cuentan historias si uno sabe leerlas,si interpreta los detalles.Un precioso post,con unas fotos que remueven por dentro,y dan que pensar,que te invitan a reflexionar sobre tu propia existencia.Un abrazo.
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